sábado, 25 de junio de 2011

Más de mil fieles participaron hoy de la Misa y procesión diocesana del Corpus Christi en Lomas de Zamora


Multitudinaria fue la convocatoria a la celebración del Corpus Christi de la diócesis de Lomas de Zamora. Las cuatro vicarías se hicieron prensente para celebrar esta solemnidad.

La celebración de la Misa comenzó cerca de las 15.00 y estuvo presidida por Monseñor Jorge Lugones, obispo de Lomas de Zamora y concelebrada por todos los sacerdotes de la diócesis.

Concluída la celebración eucarística se dio comienzo a la procesión con Jesús presente en la Eucaristía. Por más de 10 cuadras los fieles acompañaron al Señor con cantos y estandartes. La columna iba acompañada de los diáconos, luego de los sacerdotes y finalmente el obispo.  

Los fieles se hicieron presente reprentando un color por cada vicaría. La vicaría de la Rivera a la que pertenece la Parroquia Nuestra Señora de Itatí llevó el color verde.

Siendo las 17.30 aproximadamente concluyó la procesión con las oraciones finales y la bendición con Jesús Sacramentado frente a la Catedral Nuestra Señora de la Paz.



Mensaje del Obispo de la Diócesis de Lomas de Zamora
en la Solemnidad del Corpus Christi 

¡Alabado sea Jesucristo!

Hoy celebramos, nos alegramos, damos gracias, aclamamos a Jesús que se queda con nosotros en la eucaristía, y nos acompañará por nuestras calles, para bendecir y recrear la fe de su pueblo, y siendo signo visible que transfigura, le pedimos que nos una y reúna en la comunión, para servir a los hermanos.

La Eucaristía cotidiana engendra un espacio sagrado que permite a hombres de toda raza y cultura el misterio de un encuentro temporal y eterno a la vez; nos permite caer en la cuenta de que no hacemos solos este viaje de la vida, ¡caminamos en comunidad!; al volver nuestros rostros en nuestras celebraciones nos descubrimos hermanos, cada uno con una historia distinta de sufrimiento y entrega, de cruz y de esperanza. Descubrimos que nuestra vida está ligada a cada mujer y a cada hombre no por un sentimentalismo pasajero, sino por un amoroso designio del Señor, que nos pone en comunión de vida con El y con el Padre.

El pan que yo les daré es mi carne para la vida del mundo

Los términos  “carne, carne y sangre” reemplazan la comparación del pan: “comer, masticar y beber” sustituyen al verbo creer. Creer en Jesús pan vivo, es comer y masticar su carne, beber su sangre[1].
Por eso afirmamos que cuando la comunidad celebra la Eucaristía, comparte su fe, esta fe que es un creer que el Señor nos puede transformar en verdaderos hermanos, por los cuales transite esta corriente de vida nueva, porque este creer, nos consuela, nos anima, nos tiene que llevar a obrar el amor, sino no sería auténtico nuestro creer.

San Lucas prefiere la expresión “mi cuerpo”. En la última cena Jesús dice “mi cuerpo es entregado por ustedes”, Juan prefiere el término: “carne” a “cuerpo”, “si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre no tendrán vida en ustedes”, tenemos que comer su carne. De la misma manera que los israelitas comieron la carne del cordero, para transitar el camino del éxodo, aquí se nos pide comer también la carne de Cristo cordero inmolado de quien proviene la salvación. Comer la carne de este cordero es también para nosotros, como lo fue para los hebreos, salir de la esclavitud, y acompañar al prójimo a salir de sus esclavitudes.

La sangre en la Biblia significa la vida, y  la vida pertenece a Dios, el niño en el seno materno por el cordón umbilical recibe la sangre, el alimento de su madre, es un acto de comunión entre quien da el alimento y el que lo recibe. Entre quien sustenta la vida, y quien va siendo tejido en el vientre de su madre, como dice el salmo: tu creaste mis entrañas, me formaste en el seno de mi madre[2]. No nos pertenece la vida del niño en el seno materno, pertenece a Dios. Es este el primero de los derechos humanos, el derecho a la vida. Y con esto no estamos recargando la conciencia de nadie, estamos formando la conciencia de los que en el futuro deban legislar a favor de la vida y de muchos de ustedes que: acompañen y se  comprometan con mayor entrega, desde la cercanía, el consejo, la contención y la ayuda concreta de muchas de nuestras adolescentes, que a veces por miedo, por ignorancia, o por el permisivismo de la contracultura que nos rodea y el entorno que las margina, se sumergen en  la esclavitud de un dolor duradero. 

La carne y la sangre expresan la vida y refieren a la humanidad completa del hombre. El comer no solo mantiene la  vida del ser humano, sino que se convierte en un acto de comunes, cuando varios comparten ese pan, y tienden a formar entonces comunidad.

Pero se nos hace duro este lenguaje de comer, de masticar, de triturar el cuerpo del Señor. Como al grano de trigo se lo tritura, para extraer todo su nutriente. Comer al Hijo del hombre, triturar la eucaristía, significa asimilar al Hijo de Dios, para que como en la cruz al ser triturado nos deje su cuerpo y su sangre,  nos entregue todo su nutriente de gracia y santidad, porque comer es adherir a El, creer en El y amarlo, hacernos nosotros también hijos de Dios.

La sangre del cordero inmolado en la cruz, que expirando nos entregó el Espíritu, como dice el evangelio, es este significado profundo de beber su sangre, asimilar la vida de Dios con nosotros, en nosotros, y quedarnos embriagados por el Santo Espíritu de Dios, que fortalece nuestra fe, para creer en él, que es la vida verdadera.

Reconocemos al Señor en los rostros de los que sufren, especialmente de los pobres, olvidados, débiles y excluidos. Ya que por su encarnación Cristo se ha unido solidariamente con todo hombre. El rostro doliente de Cristo y el corazón abierto del salvador nos devuelve la costosa esperanza., que en su debilidad de crucificado manifiesta el poder del amor, pues la misericordia se hace fuerte en la debilidad y es simiente de una vida que se complace más en el dar que en el recibir.

Mañana se realiza la Jornada internacional contra el uso indebido y el tráfico de drogas. Este tema también atenta contra la vida de nuestros niños adolescentes y jóvenes, la edad del inicio del consumo ¡ahora es de los ocho años!, y el ochenta por ciento de los adolescentes y jóvenes hospitalizados los fines de semana están drogados o alcoholizados. En mi visita a nuestras escuelas y colegios, pregunto a las chicas y los chicos sobre el tema, todos saben quién vende, dónde, de qué calidad y a que precio. Estamos cayendo en el acostumbramiento de ver que este veneno daña y mata, y estamos viendo más “tolerancia social al consumo, pero no a los adictos”. Nos faltan brazos para abrazarlos y ayudarlos. Se legisla para consumir, pero no se legisla para desterrar el narcotráfico. Nos están destruyendo las familias y se está empeñando el futuro de nuestros adolescentes y jóvenes más vulnerables.

Los adultos no podemos mirar para otro lado, se nos pide implicarnos, ocuparnos del cristo maniatado y esclavizado en una sociedad que excluye, del cristo agresivo en su debilidad, del cristo que ha quedado como sobrante, pues hoy no tiene lugar, ni sueños, ni horizonte donde mirar para seguir durando…  el gesto del que da algo con amor: su tiempo, su oración su cercanía su apoyo, su capacidad, en realidad, no da sólo algo, se está dando a sí mismo, puesto que todo don implica el don de si. Entra en el misterio de entrega, de donación, que es la encarnación de Dios con nosotros y entre nosotros.

En el don del cuerpo y la sangre de Cristo, haciendo visible al Dios invisible que es todo amor, se nos da una presencia real ante nuestros ojos., que es capaz de darnos vida eterna. Lo cual no implica que nos libre de la lucha cotidiana y de la muerte temporal, que hará posible la consumación, sino que se nos promete como donación la Resurrección y la vida en abundancia para todos.

¡Alabado sea Jesucristo!


Mons  Jorge Lugones sj

25 de junio de 2011.-





[1] Fausti S. Una comunidad lee el Evangelio de Juan San Pablo

[2] Sal 139,13













































 













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